lunes, 11 de febrero de 2013

Django Desencadenado

Django Unchained
Quentin Tarantino, 2012




Tarantino se nos ha hecho mayor, ha madurado. Y ahora, además de su eterna vena subversiva y gamberra, también tiene conciencia social e histórica. Su lado lúdico le lleva a jugar con los géneros y utilizar referencias despreciadas por la alta cultura cinéfila, como en este caso el spaghetti western de segunda fila. Mientras que su nueva faceta, más comprometida, le lleva a bucear en el pasado histórico para tratar temas como la esclavitud y el racismo. Eso sí, permitiéndose las licencias necesarias para cambiar a su gusto la historia oficial y vengarse a su manera de las injusticias cometidas. Ya en su anterior película, Malditos Bastardos ( 2009), le daba la vuelta a la historia para que un grupo de soldados judíos pudieran vengarse de los nazis. 

Ahora el turno es de los esclavos negros. Tarantino nos cuenta la historia de Django, un esclavo liberado por un cazarrecompensas que le ofrece unirse a él para, en la primera parte, dar caza a una serie de delincuentes, a cambio de ayudarle después a rescatar a su amada, Broomhilda, vendida como esclava a un sanguinario terrateniente. En la primera parte podemos encontrar los mejores momentos de la película, como esa burla al Ku Klux Klan. La segunda parte es más lenta y se hace más larga. El director pretende conseguir que toda la tensión recaiga en los diálogos, pero lo consigue solo en parte. La explosión de violencia que se produce debería ser el colofón de la película y, sin embargo, se alarga innecesariamente.