viernes, 24 de enero de 2014

Gente en sitios

Juan Cavestany, 2013


Comedia surrealista en la que una gran variedad de personajes viven situaciones a veces absurdas, otras tenebrosas, pero siempre divertidas y asombrosas.

Pude asistir a un coloquio con su director después de la proyección donde contó cómo fue su aventura y cuáles eran sus intenciones. Se trata de un experimento que quería hacer con la colaboración de un amplio elenco de actores españoles que trabajaron sin cobrar. Los medios técnicos fueron mínimos y se rodaban las distintas historias en uno o dos días para que resultase cómodo para los actores. 




Cavestany empezó trabajando como guionista para algunas películas bastante conocidas como Guerreros. Sus primeras películas como director fueron injustamente tratadas por la crítica (El asombroso mundo de Borjamari y Pocholo, Gente de mala calidad). Más tarde inició un camino fuera de los estándares de la industria más conservadora. Y ahí surgieron proyectos como Dispongo de barcos, El señor o esta última.
De repente la crítica lo ha ensalzado y se ha encontrado visitando distintos festivales internacionales.

Lo cierto es que es asombroso comprobar el resultado de una película que casi no ha costado dinero. Con talento e imaginación se ha conseguido poner en salas una película muy estimulante y original, que no deja indiferente.

sábado, 11 de enero de 2014

Blue Jasmine

Woody Allen, 2013

Por fin Woody Allen ha dejado de lado su cine turístico y se ha adentrado de nuevo en la tragedia humana.



Y ha vuelto con fuerza, creando uno de los personajes femeninos más interesantes del último cine contemporáneo. 

Cate Blanchet, en una interpretación magnífica, es una mujer separada de un hombre que estaba metido en negocios financieros oscuros. Su situación económica era muy buena y se podían permitir todo tipo de lujos. Ella cerraba los ojos ante ciertas evidencias que no quería afrontar, entre ellas la infidelidad de su marido. Cuando todo se desmorona se va a vivir con su hermana donde tendrá que reencontrarse y reconstruir su vida. Pero su incapacidad para aceptar la realidad y sus propios límites la arrastran a la desesperación, a un estado cercano a la locura.

Desde un tono irónico, en ocasiones rozando el patetismo, Woody Allen construye un universo de criaturas en caída libre, sin un asidero al que poder agarrarse. El amor se muestra como un mercado que se rige por las mismas reglas que la economía, oferta y demanda, marketing y falsedad, y que no puede servir como tabla de salvación en un mundo egoísta y sin valores.

sábado, 4 de enero de 2014

Nymphomaniac, parte I

Lars Von Trier, 2013


Nadie sabe provocar como Lars Von Trier. Es más, su mejor cine surge cuando intenta llevar al límite sus propuestas, cuando salta las fronteras de lo convencional para llevar al espectador a territorios estéticos y morales poco frecuentados. Ese es el creador de rompe y rasga que me gusta, que sorprende a pesar de que sus resultados no siempre estén a la altura.


Aquí nos cuenta la historia de una ninfómana, una enferma maníaca cuya obsesión por el sexo le lleva a organizar toda su vida alrededor de los incontables encuentros diarios que necesita tener. 

La película consta de dos partes. En la primera parte la narración se centra en los años de adolescencia y juventud de Joe, interpretada por la actriz Stacy Martin, que sabe otorgar a su personaje la justa medida entre inocencia y morbosidad. El sexo se convierte pronto en un juego, algo que se realiza mecánicamente y con frialdad,  con el objetivo, unas veces, de competir con sus amigas, otras veces, por el placer de controlar al hombre, sentir el poder que hay en el propio cuerpo. Y, por último, por el simple hecho de sentirse viva, de estar en movimiento, como ese animal enjaulado que gira y gira alrededor de su celda. 

Las escenas de sexo son filmadas explícitamente, aunque están exentas de todo erotismo pornográfico. Se trata de tensar los límites morales, de romper barreras racionales y filtros críticos para dejar respirar a las pulsiones más escondidas. Así la película se convierte en un cuento filosófico donde el espectador es interrogado brutalmente sobre el sentido de lo que está viendo. Por eso, a pesar de que podamos sentir un cierto distanciamiento con los personajes apenas dibujados en la película, aunque la historia deambule sin un destino claro, el viaje al que nos somete el director es uno interior, un vagabundeo por las calles más sucias del inconsciente.