domingo, 29 de enero de 2012

Friends With Benefits

Will Gluck, 2011.

Bajo la premisa de que la amistad puede estropear el sexo, antítesis de lo que se ha venido proponiendo en otras comedias románticas como When Harry Met Sally (Rob Reiner, 1989), se esconde una película mucho más conservadora y correcta de lo que pretende aparentar. Con un estilo vigoroso, personajes llenos de juventud y rebosantes de belleza, diálogos ingeniosos y ágiles, la película nos cuenta la historia de una pareja cuya relación empieza profesionalmente, él es un competente editor reclutado por ella que es una astuta cazatalentos, para ir transformándose en una amistad con derecho a roce y, finalmente, en una relación de lo más convencional, con sus reproches y sus disputas comunes. 


La primera parte resulta interesante al plantear la posibilidad de que las relaciones sentimentales van en contra del sexo ya que, a la larga, los inconvenientes se imponen sobre el disfrute libre y sin complejos. Sin embargo, conforme avanzamos en la historia nos damos cuenta de que lo que en realidad se está defendiendo es justo lo contrario. El sexo hace que afloren los sentimientos y que, a la larga, la amistad desacomplejada se torne en una frivolidad frente a los valores tradicionales del compromiso. A eso añadimos unos toques de sentimentalismo con un padre con Alzheimer que sirven para subrayar la importancia de la familia unida. Y al final descubrimos que no se trata más que de otra comedia romántica tan convencional como todas las que han surgido de la industria mainstream americana, como no podía ser de otra manera.

domingo, 22 de enero de 2012

The Descendants

Alexander Payne, 2011.

Acostumbrados (y embotados) como estamos a la pirotecnia y la espectacularidad vacía del cine americano que triunfa en las salas, a los personajes inverosímiles y alejados de nuestra rutina, a los superhéroes hipertrofiados, a las gestas trufadas de efectos especiales, a los movimientos de cámara imposibles y a un ritmo frenético que nos embauca, una película pequeña y hermosa como esta es un regalo. 


Su director, Alexander Payne es un cinéfilo, que ya nos sorprendió a todos con la sencilla y extraña Sideways (Entre Copas, 2004), roadmovie en la que sus personjes, cercanos y llenos de contradicciones, se enfrentaban a sus fracasos en un viaje de autoconocimiento. Ya en esta obra se vislumbraba un estilo muy personal en el que el humor sutil escondía un drama, dando lugar a lo que podríamos llamar una comedia melancólica. Aquí ocurre lo mismo, aunque el director ha alcanzado mayor intensidad siguiendo fiel a su estilo. Sus personajes siguen siendo cercanos, reales en cuanto a la riqueza de matices que esconden, unas veces petulantes y ridículos, otras veces llenos de dignidad ante el dolor que todos sienten. Sin estridencias, sin trucos ni falsos giros, la historia que nos cuenta se desarrolla con naturalidad, con un realismo fluido que resulta sorprendente por su compromiso con la verdad, con la esencia de la vida. 

Haciendo gala de una serenidad y una sabiduría propias de un humanista, Payne retrata la tragedia que vive una familia en la que la madre tiene un accidente que la sumerge en un coma irreversible. El protagonista, Matt King, interpretado por un memorable George Clooney, es arrollado por una apisonadora de noticias y descubrimientos que no esperaba, llevándolo a un abismo que le obligará a replantearse su propia vida, desconectada hasta el momento de su familia. Sus hijas adolescentes proyectan su carencia de atención a través de un comportamiento rebelde y agrio con el que el padre tendrá que lidiar con una mezcla de desesperación e instinto protector. En paralelo al drama familiar que está viviendo, Matt también se encuentra con que tiene que tomar una dura decisión que contiene la disyuntiva de vender unos terrenos heredados y forrarse o bien protegerlos contra un proyecto que destruiría un paraíso terrenal. Aquí aparece el peso de la herencia familiar y la necesidad de aceptar la responsibilidad que se ha contraído con las propias raíces, con la tierra a la que se pertenece. 


El director filma esta tragedia con un tono alejado de la sensiblería fingida, buscando acercarse a la verdad a través de la riqueza de registros, unas veces cercanos a la comedia paródica, otras al drama doliente, pero siempre desde la contención. Así se produce una acumulación de emociones que fluyen por canales profundos del alma. La intención del director no es captar la atención del espectador a través del morbo o del acontecimiento escabroso, sino de arrastrarnos a lo que sienten los personajes, de conseguir que nos importen. Por eso tiene tanta importancia lo que no vemos o no se explica con palabras, las miradas y los gestos, el movimiento de los cuerpos que muestran un peso existencial que arrastran bajo el soleado y luminoso paisaje de un Hawai distinto al que nos imaginábamos. Y por eso las escenas más importantes e intensas están filmadas con la intención de que reverberen en nuestra mente, que se peguen a las neuronas y se desarrollen por sí solas. Como la secuencia inicial, en la que vemos a la madre saltando llena de vida en el mar, antes del accidente. Esa imagen contrasta con la que vemos de una mujer postrada y derrotada en la cama. El accidente no se ha visto, pero ha marcado el destino de toda la familia. O esa escena en la que la hija mayor se sumerge en la piscina para poder llorar de rabia sin que su padre la vea. Son secuencias de una fuerza inmensa que conmueven. El resultado es una de las películas más bellas y extrañamente profundas del cine americano, que también es capaz de hacer cine grande, de ser merecedor de la herencia recibida por Chaplin o Ford.

jueves, 19 de enero de 2012

Habemus Papam

Nanni Moretti, 2011.

El director y actor italiano Nanni Moretti no es creyente y así lo confiesa su personaje, un psicoanalista cuyos servicios son requeridos para tratar al cardenal que es elegido como nuevo Papa. Lo que le interesa al director italiano no es bucear en el fondo religioso o espiritual de la Iglesia católica, sino contar una historia humana sobre los mecanismos del poder, el peso de la responsabilidad y la farsa que supone la liturgia que hay alrededor del liderazgo y su escenificación cercana al teatro. 

La película empieza con la celebración del cónclave donde se va a nombrar al nuevo Papa. El cardenal escogido cae en una crisis nerviosa al no ser capaz de enfrentarse con su nueva responsabilidad, para la que no se siente capacitado. Su inesperada reacción pone en jaque a toda la junta de cardenales y ayudantes cuya decisión es esperada por toda la comunidad eclesiástica, fieles y políticos a nivel mundial. 

Recurren a un psicoanalista al que le dejan claro que para ellos la existencia del alma y del inconsciente son incompatibles y al que no se le permite bucear en los deseos reprimidos del paciente, ni en sus sueños ni en su infancia. Poco, por lo tanto, se le concede al terapeuta para acercarse a una solución que parece lejana. Mientras, el Papa huye del tumulto y se pasea por las calles de Roma buscando respuestas a sus miedos e inseguridades. Visita a otra psicoanalista, la ex mujer del personaje interpretado por Moretti, a la que le confiesa que es un actor. Y no se aleja demasiado de la verdad, ya que una figura como la del Papa está rodeada de una estudiada comedia. 

Moretti reflexiona sobre esa farsa y sobre la necesidad de aceptar sus reglas para acceder a puestos de mandatario. En este caso, el cardenal elegido es un personaje íntegro, consciente de sus limitaciones, humilde y sin la ambición necesaria. La realidad demuestra que pocas veces alguien así va a acceder, ni siquiera acercarse, al poder. En este sentido la fábula de Moretti parece bastante inverosímil, pero su intención es acercarse desde un tono sutilmente irónico a toda esa red de intereses y ambiciones cuya puesta en escena no es menos impostada que cualquier representación teatral.

martes, 17 de enero de 2012

Attack the Block

Joe Cornish, 2011.

Otra de las triunfadoras del festival de Sitges de este año, la película combina el género de la ciencia ficción, rama extraterrestres invasores, con el realismo social. Un grupo de adolescentes viven en un barrio de una zona deprimida de Londres, van en bicicleta y cometen fechorías contra sus vecinos. Durante un atraco a una chica que vive en el mismo bloque, una explosión tiene lugar cerca. Un extraterrestre ha caído del cielo y los chicos le dan caza y exhiben su trofeo con orgullo. Durante su triunfal vuelta a casa, uno de los adolescentes mira en la cartera de la víctima a la que han robado y le dice al jefe de la banda: "Es enfermera. Casi no gana dinero. Moses, ¿por qué siempre jodes a la gente pobre?" Una pregunta acertada que nos lleva a la triste verdad de que los pobres joden a los pobres. Los ricos suelen estar lejos del alcance de los marginados. 

Pero sigamos con la historia que nos ocupa. El barrio será el objetivo de un ataque extraterrestre y los chicos tendrán que luchar, no sólo contra unas criaturas, mitad mono, mitad alien, sino también contra los violentros traficantes de la zona y contra una policía inepta. 
 

El director reconoce sus influencias y su intención de revisitar y actualizar el cine de adolescentes de los años ochenta, principalmente de títulos como E.T.: The Extra-Terrestrial (Steven Spielberg, 1982) o The Goonies (Richard Donner, 1985). Su aportación consiste en desprenderse del tono afable y tierno de estas referencias para adentrarse en terrenos más turbios. Sus protagonistas son chicos marginados que hablan un slang sucio y marrullero y pasan el tiempo delinquiendo e intimidando a los miembros de su comunidad. Por otro lado, hay secuencias sangrientas cercanas al gore. El resultado es una película llevadera con un guión muy elaborado y, por momentos, un tanto artificioso, y cuyos personajes, sin tener una profundidad destacable, son entrañables por su ingenua vanidad. En todo caso, se echa en falta un tono más paródico que le quite solemnidad a un producto que, al fin y al cabo, no es más que entretenimiento. 

jueves, 12 de enero de 2012

Red State

Kevin Smith, 2011.


El director de comedias tan irreverentes como Clerks (1994) y Chasing Amy (1997) cambia de registro en esta película premiada en Sitges que, aunque sufre algunos excesos, resulta apreciable. La historia de unos chicos que acaban en manos de los miembros de una secta religiosa fanática tiene los ingredientes necesarios para mantenerte pegado a la butaca hasta el final. 

Lo que empieza como una comedia gamberra de adolescentes hormonados, pronto se torna en una pesadilla, manteniendo, eso sí, un punto de vista mezcla de distante mordacidad e infantil travesura. Con resonancias de la matanza de Waco, Texas, la película tiene buenas dosis de la ironía y socarronería de las mejores obras de su director, manteniendo un acertado balance con el género de terror. Sin embargo, hay momentos en los que los comportamientos de los personajes son poco creíbles, como esos policías violentos y descerebrados hasta el ridículo. No ocurre lo mismo con el líder de la secta, interpretado por un sobresaliente Michael Parks, y cuyo fundamentalismo psicótico da lugar a las mejores secuencias de la película. Por otro lado, el final apocalíptico busca la sorpresa, aunque tiene algo de broma simplona y deja insatisfecho.

domingo, 8 de enero de 2012

Lo mejor del 2011

1- The Tree of Life (El árbol de la vida, Terrence Malick) 




2- True Grit (Valor de ley, Ethan y Joel Coen)

3- Des Hommes et des Dieux (De dioses y hombres, Xavier Beauvois)

4- Misterios de Lisboa (Raúl Ruiz)

5- A Dangerous Method (Un método peligroso, David Cronenberg)

6- Black Swan (Cisne negro, Darren Aronofsky)

7- Le Gamin au Vélo (El niño de la bicicleta, Hnos. Dardenne)

8- Bridesmaids (La boda de mi mejor amiga, Paul Feig)

9- Nader y Simin, una separación (Asghar Farhadi)

10- Hall Pass (Carta Blanca, Bobby y Peter Farrelly)