jueves, 19 de enero de 2012

Habemus Papam

Nanni Moretti, 2011.

El director y actor italiano Nanni Moretti no es creyente y así lo confiesa su personaje, un psicoanalista cuyos servicios son requeridos para tratar al cardenal que es elegido como nuevo Papa. Lo que le interesa al director italiano no es bucear en el fondo religioso o espiritual de la Iglesia católica, sino contar una historia humana sobre los mecanismos del poder, el peso de la responsabilidad y la farsa que supone la liturgia que hay alrededor del liderazgo y su escenificación cercana al teatro. 

La película empieza con la celebración del cónclave donde se va a nombrar al nuevo Papa. El cardenal escogido cae en una crisis nerviosa al no ser capaz de enfrentarse con su nueva responsabilidad, para la que no se siente capacitado. Su inesperada reacción pone en jaque a toda la junta de cardenales y ayudantes cuya decisión es esperada por toda la comunidad eclesiástica, fieles y políticos a nivel mundial. 

Recurren a un psicoanalista al que le dejan claro que para ellos la existencia del alma y del inconsciente son incompatibles y al que no se le permite bucear en los deseos reprimidos del paciente, ni en sus sueños ni en su infancia. Poco, por lo tanto, se le concede al terapeuta para acercarse a una solución que parece lejana. Mientras, el Papa huye del tumulto y se pasea por las calles de Roma buscando respuestas a sus miedos e inseguridades. Visita a otra psicoanalista, la ex mujer del personaje interpretado por Moretti, a la que le confiesa que es un actor. Y no se aleja demasiado de la verdad, ya que una figura como la del Papa está rodeada de una estudiada comedia. 

Moretti reflexiona sobre esa farsa y sobre la necesidad de aceptar sus reglas para acceder a puestos de mandatario. En este caso, el cardenal elegido es un personaje íntegro, consciente de sus limitaciones, humilde y sin la ambición necesaria. La realidad demuestra que pocas veces alguien así va a acceder, ni siquiera acercarse, al poder. En este sentido la fábula de Moretti parece bastante inverosímil, pero su intención es acercarse desde un tono sutilmente irónico a toda esa red de intereses y ambiciones cuya puesta en escena no es menos impostada que cualquier representación teatral.

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