miércoles, 25 de mayo de 2011

Le Père De Mes Enfants

Mia Hansen-Løve, 2009.

Mia Hansen-Løve tiene treinta años recién cumplidos, una cara angelical y un talento inmenso. Cuando tenía veintipocos estaba buscando un productor para su primera película y lo encontró en Humbert Balsan, amante del cine de autor, que entre otros tenía en su cartera a artistas como Lars Von Trier, al que no debe ser nada sencillo producir, o Claire Denis. Al poco tiempo Humbert, agobiado por sus problemas financieros, se suicidó y la joven directora tuvo que buscar otro productor. 

Esta película está basada en esta historia, aunque los nombres de los personajes han cambiado. La muerte del productor rompe la película en dos partes muy diferenciadas. En la primera, vemos al protagonista lleno de vida y de ilusión por sacar a flote su productora, acosada por los bancos y los problemas. La familia del empresario cinematográfico aparece como parte importante de su vida, tiene dos hijas pequeñas, con las que se divierte, y una hija adolescente. El amor y la armonía que parecen reinar en el seno de esta familia hacen incomprensible y más dolorosa, si cabe, la desaparición del padre que se pega un tiro (en realidad, Humbert se colgó).  A partir de ahí, nos encontramos con una segunda parte de duelo, de aceptación y, finalmente, de lucha por seguir adelante. Todo esto está representado desde una madurez y una franqueza que sorprenden en una directora tan joven. 

lunes, 23 de mayo de 2011

Blue Valentine

Derek Cianfrance, 2010.


Drama romántico que se adentra en terrenos donde otras películas más complacientes y afables no lo hacen. Como ya ocurría con otra cinta reciente, (500) Days of Summer (Marc Webb, 2009), donde también se contaba un fracaso sentimental, nos deja un regusto agridulce. En ambas películas es la mujer la que pone el punto y final. Y es que los tiempos han cambiado también para el amor o para los roles masculino y femenino. Llevarle el desayuno a la cama o buscar un hotel para pasar una noche romántica ya no es suficiente para mantener a flote la relación.  La fortaleza ganada por el sexo femenino ha puesto en crisis un modelo de conquista que ya no funciona para el seductor tradicional. Y el cine actual reflexiona sobre cómo el sexo débil de este nuevo siglo, el hombre, se encuentra perdido ante unos nuevos patrones que no reconoce. 


Aquí, la historia de una pareja cuyo matrimonio parece ir a la deriva está narrada a través de una serie de flashbacks que contraponen los inicios de la relación, llenos de ilusión y pasión, con los momentos presentes donde la decepción y el tedio van ganando terreno, a pesar de los esfuerzos inútiles y desesperados del marido por recuperar la llama. Se deja entrever que quizás la chica nunca estuvo enamorada y que se dejó querer debido a su precaria situación, con un bebé no deseado por medio. Sin embargo, nada hace prever que la familia recién estrenada venga ya defectuosa de fábrica. 

Los dos personajes están construidos e interpretados magníficamente, sus sentimientos y motivaciones no son desvelados explícitamente, pero eso les da más profundidad y credibilidad ya que no siempre sabemos explicar con palabras lo que nos pasa. Si la chica se entregó a su conquistador como si se tratase de una tabla de salvación, puede que el chico confundiese un deseo de posesión casi obsesivo con el amor. Sea como fuere nos encontramos ante una obra compleja, que busca entre los recovecos del fracaso sentimental algo de verdad sobre la pareja del nuevo siglo.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Tournée

Mathieu Amalric, 2010.


Un antiguo productor de televisión vuelve a Francia, después de haber pasado una temporada en Estados Unidos, para organizar una gira de un espectáculo de nuevo burlesque. Según la explicación de una de las vedettes se trata de un espectáculo hecho por mujeres y para las mujeres. En la troupe se encuentran artistas que se interpretan a sí mismas, como Dirty Martini o Julie Atlas, y que tienen una personalidad excéntrica y maravillosa, con una mezcla de alegría desbordante y tristeza enquistada. A su vez, el productor está interpretado por el propio director, Mathieu Amalric, más conocido por su faceta de actor. 

Durante la gira, el productor francés intenta retomar el contacto con lo que le une a su pasado, su familia, sus antiguos compañeros de trabajo y su exmujer. Pero fracasa en su intento, ya no es capaz de recuperar unas relaciones muy degradadas. Su nuevo hogar se encuentra junto a las artistas de variedades con las que comparte una huida hacia delante, en busca de una felicidad que se sabe escurridiza y que se intenta sustituir por momentos de champán y risas. Los espectáculos se filman entre bambalinas como para recalcar la soledad o la separación del resto de la sociedad. Los cuerpos de las vedettes son filmados con naturalidad, sin pudor, mostrando unas formas rotundas, fuera del hipócrita y obtuso canon de belleza femenido actual. En ese sentido se puede decir que la obra de Almaric es un canto a la diferencia, una llamada de atención a una sociedad en la que el entretenimiento es un coto cerrado para las figuras estilizadas femeninas. Estas mujeres exhiben sus cuerpos como parte de un espectáculo deshinibido e incluso poético. Sus rostros son filmados con admiración, en un intento de capturar los gestos que reflejan su estado de ánimo, algo que el director logra con una gran naturalidad. Lo mejor de la película se encuentra en esos momentos en los que las chicas se muestran tal cual son, bromeando o simplemente divirtiéndose, con un estilo que recuerda a Cassavetes, cuya influencia ha reconocido el director francés. El resultado es una road movie entrañable, donde el vagabundeo de estos personajes subversivos no es más que un viaje en busca de la redención.

martes, 17 de mayo de 2011

Dawn of the Dead

Zack Snyder, 2004.

Aquí tenemos una buena película de zombies que retoma un guión de George A. Romero de 1978. Hay mucho cine y televisión sobre los muertos vivientes, se puede hablar de un género en sí, y queda poco margen para la sorpresa y la originalidad. Últimamente hemos visto como la teleserie The Walking Dead ha obtenido un éxito considerable, a pesar de que su tono serio y solemne se aleja de la ironía y doble sentido que debe tener este género para que aporte algo más que vísceras y sangre. En esta película, sin embargo, la mejor hasta la fecha de Snyder, director entre otras de 300 y Watchmen, hay ese humor y esa crítica social necesaria para engrasar y darle un toque lúdico a una historia que de otra manera aburriría. Al fin y al cabo todos conocemos muy bien las reglas del juego y aquí encontraremos motivos suficientes para mantener el interés.


La película empieza de una manera efectiva y con una intensidad perturbadora. En muy pocos minutos pasamos de un mundo luminoso e idílico en un barrio residencial de Estados Unidos a un infierno apocalíptico. La protagonista, una enfermera que ha tenido que matar a su hija y su marido, tiene que huir con su coche, sorteando una serie de obstáculos horribles, en una carrera frenética y filmada con un pulso asombroso. En su huida encuentra a otros supervivientes con los que decide refugiarse en un centro comercial. 

A partir de ahí, lo de siempre, pero al mismo tiempo contado de una manera original y sorprendente. Hay momentos de humor que sirven para dar aire a una atmósfera tan opresiva y terrorífica. Por ejemplo, resulta muy graciosa la discusión en la que deciden cómo escapar de los zombies. El director no escatima en dar al público lo que espera e incluso ir más allá. Valga de ejemplo la escena espeluznante del nacimiento de un bebé zombie cuyo padre es uno de los supervivientes. Los zombies no son monstruos que se mueven a cámara lenta y se arrastran penosamente, en esta versión son rápidos y explosivos.  El final, que se extiende a lo largo de los títulos de crédito, también es merecedor de disfrutarlo hasta la última imagen. El poderío visual y el ritmo vibrante del director nunca ha estado tan acorde con la historia. 

miércoles, 11 de mayo de 2011

Carlos

Oliver Assayas, 2010.

Ahora que el terrorismo internacional está en boca de todos con la caza y muerte de Bin Laden, resulta oportuno revisar la figura de otro terrorista que en su día también era el enemigo público número uno. Oliver Assayas, el director de la muy interesante L'heure d'été (2008) investigó durante tiempo sobre la figura de Ilich Ramírez Sánchez, conocido como Carlos "El Chacal", para rodar una serie de televisión de seis horas que, a su vez, ha dado lugar a esta película de casi tres horas. Esta se divide en una serie de bloques, al estilo de las dos partes del Che (Steven Soderbergh, 2008) con la que comparte algunas similitudes. Aquí se narran distintos momentos clave de la actividad de Carlos como miembro del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP). Nada se cuenta de sus primeros años de entrenamiento en técnicas de guerrilla. El primer golpe que vemos es el intento de asesinato de un hombre de negocios judío y sionista. A partir de aquí se recorre su trayectoria ascendente hasta alcanzar gran notoriedad con el secuestro de varios miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo en Viena, 1975. Convertido en una estrella mediática, es expulsado del FPLP por no seguir las instrucciones de su líder Haddad. Carlos aceptó un importante rescate en vez de ejecutar a dos representantes iraníes tal y como estaba planeado. 

Ilich es mostrado como un hombre violento pero de buenos modales y con una alta autoestima que no va acorde con su inteligencia mediocre. Su personaje es vanidoso, mujeriego, propenso a los vicios y capaz de traicionar sus ideales por una buena suma de dinero. También queda patente su decadencia progresiva. Le vemos empezar lleno de ideales revolucionarios, mezcla del islam con el marxismo, y en un estado de forma excelente, lleno de vigor juvenil, para con el paso del tiempo terminar sucumbiendo a una evidente degradación moral y física. De hecho, el propio Ilich, encarcelado todavía en Francia, ha renegado de la película. 

El director siempre se ha interesado por la globalización y aquí analiza la complejidad de la política mundial y cómo Carlos, en su revolución armada, estableció contactos con distintos grupos internacionales, entre los que se encuentra ETA, aunque esto sólo se ve en la versión completa de la serie.  El estilo de Assayas es directo y realista, su esfuerzo por reconstruir de manera fidedigna el periplo del terrorista le llevó a filmar en varios países y usando varias lenguas distintas entre las que se encuentran el español, el francés, el inglés y el árabe, creando la sensación de estar en un mundo pequeño. Por otro lado, la atmósfera de las décadas que abarcaron las actividades de Carlos es acompañada por una excelente banda sonora que incluye música de grupos como New Order o Wire. El resultado es una película muy interesante, con un ritmo trepidante y que profundiza con seriedad en una figura llena de aristas.

lunes, 9 de mayo de 2011

Unmade Beds

Alexis Dos Santos, 2009.

Axl es un veinteañero que viaja a Londres con la intención de encontrar a su padre, un inglés que se marchó siendo él un niño y no volvió a dar señales de vida. En su viaje, repleto de alcochol y sexo, pasa por varias camas hasta que acaba en una especie de almacén en el que viven de okupas otros jóvenes bohemios interesados por el arte. Pronto Axl trabará amistad con Mike y Hannah con los que formará un trío alegre y desinhibido. Axl es bisexual y se enamora de Mike cuya amistad confunde con otra cosa.


En la misma casa vive una chica francesa llamada Vera que se encuentra tan perdida como Axl después de haber tenido una decepción amorosa reciente. Antes de que los caminos de ambos se crucen, Vera mantendrá una serie de encuentros sexuales con otro chico del que no sabe ni quiere saber nada, relación que tiene resonancias con El último tango en París (Bernardo Bertolucci, 1972). 

Axl encuentra a su padre, un agente inmobiliario con el que establece una ambigua relación comercial. Mientras, el joven deambula por un Londres nocturno de bar en bar y de pedo en pedo, intentando componer su identidad. Suele olvidar lo que ha ocurrido durante sus borracheras, pero cuando conoce a Vera en una fiesta de disfraces en la casa, esta hace una foto para que recuerde el momento. 


Esta historia de jóvenes vagabundos en busca de sí mismos está filmada con un estilo fresco y poético. Sus imágenes están llenas de una extraña belleza y el director argentino sabe mantener el interés para mostrarnos un mundo abierto, original e imaginativo, donde no caben prejuicios ni formas de vida convencionales.  

jueves, 5 de mayo de 2011

Inside Job

Charles Ferguson, 2010.


Cualquier ladrón enjuiciado asegurará con vehemencia ante el juez que no volverá a robar. Esto es lo que cuenta un fiscal durante uno de los procesos que se siguieron contra los responsables del derrumbamiento del sistema financiero de hace unos años. Así mismo estos imputados reconocen con tranquilidad que se cometieron ciertos excesos, pero que han aprendido bien la lección y que no se va a repetir. Esas mismas personas que se sentaron para responder con evasivas sobre sus desfalcos son las que ahora siguen controlando los distintos organismos y bancos que marcan el futuro económico de todos. 

Posiblemente nadie se sorprenda de esto, vivimos en un mundo donde el cinismo económico se acepta con resignación. También se bendicen a unos gobiernos que bajo la chaqueta del populismo esconden los hilos manejados por las grandes corporaciones. Nada nuevo nos descubre este documental, pero es divertido, nos entretiene. Primero porque nos explica de una manera sencilla lo que otros nos han querido ocultar bajo el pretexto de que la reglas y leyes que rigen la dinámica financiera son muy complicadas. Aquí comprendemos que la llamada ingeniería financiera no es más que el eterno timo de la estampita.  Resulta patético observar cómo los protagonistas de este entramado turbio y mezquino tratan de excusarse y de aparentar integridad, cuando no rechazan directamente ser entrevistados, somos muy tontos para entender sus mentes privilegiadas. Pues bien, lo entendemos, sabemos que la avaricia desmedida de unos cuantos puede afectar a países enteros. Es lo que tiene la globalización. Sabemos que mientras ellos se pelean por ser el que más aviones aparcados tiene en su aeropuerto privado, hay mucha gente que se ve en la calle porque ya no puede pagar su hipoteca. Pero, ¿hay otra alternativa? Quizás sea una utopía imaginar un sistema más justo, un capitalismo social, donde el dinero se convierta en un bien común, en una herramienta, no en un fin en sí mismo.      

martes, 3 de mayo de 2011

Des Hommes et des Dieux

Xavier Beauvois, 2010.

En unos tiempos como los actuales en los que nos empachan de televisión basura, de cine vacío donde el espectáculo cada vez es más infantil y de imágenes cuyo mensaje principal es el mercantil, una película como esta resulta sorprendente y necesaria. Y quede claro desde el principio que no me considero una persona religiosa, ni creo que la religión sea el tema fundamental de esta película cuyo título en francés, no como ocurre con la descuidada traducción al español, pone en primer lugar a los hombres, después a los dioses. Dioses que, en todo caso,  actúan como espectadores que no se manifiestan, si no es a través de las distintas creencias de los personajes.

Una comunidad de monjes franceses viven en un convento, cerca del Atlas argelino, de una manera austera y humilde. Sus ritos religiosos no van en detrimento de una vida más mundana totalmente integrada en una comunidad musulmana en la que participan y ayudan en lo que pueden. Sin embargo, la amenaza del fundamentalismo islámico acecha cerca de los territorios en los que conviven pacíficamente. Cuando un terrorista es herido en una emboscada con el ejército lo llevan al convento donde el médico de la congregación tiene que curarlo. A partir de entonces son asediados también por un ejército que los vigila.  



El dilema moral surge cuando el peligro de sus vidas se hace patente y tienen que decidir si permanecen en el monasterio llevando su entrega hasta sus últimas consecuencias o huyen de la amenaza. La duda se apodera de algunos y las tensiones crecen dentro del grupo. En una secuencia muy emotiva, los monjes aceptan y asumen una decisión valiente que surge de una manera natural, incluso llena de alegría, lejos de prejuicios religiosos y desde una humanidad llena de dignidad ante un destino trágico. No es necesario ser religioso para sentirse cerca del drama al que se enfrentan estos hombres, la aceptación de su propia muerte como símbolo de cordura y coherencia en un mundo que ha perdido el rumbo. 

Con un estilo cercano y respetuoso que busca la verdad en los rostros y las miradas de sus personajes, el director construye una de las películas más interesantes del último año, por la que mereció el Gran Premio del Jurado en Cannes. Algunos verán su ritmo pausado como una carga insoportable, pero su lentitud está preñada de tensión y de drama humano, más terrenal de lo que aparenta su sustrato espiritual.