miércoles, 18 de mayo de 2011

Tournée

Mathieu Amalric, 2010.


Un antiguo productor de televisión vuelve a Francia, después de haber pasado una temporada en Estados Unidos, para organizar una gira de un espectáculo de nuevo burlesque. Según la explicación de una de las vedettes se trata de un espectáculo hecho por mujeres y para las mujeres. En la troupe se encuentran artistas que se interpretan a sí mismas, como Dirty Martini o Julie Atlas, y que tienen una personalidad excéntrica y maravillosa, con una mezcla de alegría desbordante y tristeza enquistada. A su vez, el productor está interpretado por el propio director, Mathieu Amalric, más conocido por su faceta de actor. 

Durante la gira, el productor francés intenta retomar el contacto con lo que le une a su pasado, su familia, sus antiguos compañeros de trabajo y su exmujer. Pero fracasa en su intento, ya no es capaz de recuperar unas relaciones muy degradadas. Su nuevo hogar se encuentra junto a las artistas de variedades con las que comparte una huida hacia delante, en busca de una felicidad que se sabe escurridiza y que se intenta sustituir por momentos de champán y risas. Los espectáculos se filman entre bambalinas como para recalcar la soledad o la separación del resto de la sociedad. Los cuerpos de las vedettes son filmados con naturalidad, sin pudor, mostrando unas formas rotundas, fuera del hipócrita y obtuso canon de belleza femenido actual. En ese sentido se puede decir que la obra de Almaric es un canto a la diferencia, una llamada de atención a una sociedad en la que el entretenimiento es un coto cerrado para las figuras estilizadas femeninas. Estas mujeres exhiben sus cuerpos como parte de un espectáculo deshinibido e incluso poético. Sus rostros son filmados con admiración, en un intento de capturar los gestos que reflejan su estado de ánimo, algo que el director logra con una gran naturalidad. Lo mejor de la película se encuentra en esos momentos en los que las chicas se muestran tal cual son, bromeando o simplemente divirtiéndose, con un estilo que recuerda a Cassavetes, cuya influencia ha reconocido el director francés. El resultado es una road movie entrañable, donde el vagabundeo de estos personajes subversivos no es más que un viaje en busca de la redención.

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