miércoles, 29 de febrero de 2012

Tinker Tailor Soldier Spy

El Topo, Tomas Alfredson, 2011.

Las películas de espías me aburren en general. Suelen ser tan frías como las guerras en las que se desarrolla la actividad de los servicios secretos. Con unas tramas complejas, donde es difícil discernir qué datos son relevantes y cuáles forman parte de las apariencias y los engaños, basan su interés en el reto intelectual que supone descubrir el quién, el cómo y el porqué. Aquí, el director sueco, Tomas Alfredson, autor de la estimable Déjame Entrar (2008), esa historia de vampiros que mezclaba el terror sanguinario con una historia de amor y acoso adolescente en los helados paisajes de Suecia, retoma la novela homónima de John Le Carré para desplegar su dominio en la construcción de atmósferas opresivas. 


La trama se centra en las pesquisas del popular espía Smiley, interpretado por un contenido Gary Oldman, para encontrar al topo infiltrado en las filas del servicio secreto británico durante los años de la guerra fría. Con numerosos saltos temporales y flashbacks se van añadiendo piezas a un puzzle difícil de completar debido a las desconfianzas, las traiciones y las luchas internas en las que están sumergidos los miembros del grupo en el que trabaja Smiley. El interés se mantiene a duras penas, aunque ya he dicho que el género de espías nunca ha sido de mis favoritos.

jueves, 23 de febrero de 2012

Rio Bravo

Howard Hawks, 1959.


Uno de los mejores westerns de la historia del cine. La historia es simple pero funciona, los personajes están construidos con cuidado, arrastran un pasado que les otorga credibilidad y una complejidad que enriquece el desarrollo de la trama. El sheriff Chance, interpretado por un inolvidable John Wayne, y sus dos ayudantes, Dude el Borrachón, encarnado por Dean Martin, y el viejo cascarrabias Stumpy, retienen en su pequeña oficina a un cowboy acusado de asesinato, a la espera de que llegue el marshal con refuerzos y se lo lleven para juzgarlo. El hermano del retenido es un poderoso terrateniente que ofrece una suma importante de dinero a todo pistolero que se una al rescate de su hermano. A los tres defensores de la ley se les unirá un joven pistolero que les ayudará en su lucha suicida. 
 

Howard Hawks, uno de los grandes directores americanos, consigue construir una obra maestra gracias a un equilibrio magistral entre la épica de una lucha desigual y el interés que despierta el destino de unos personajes memorables. Su integridad, su humanidad y su valentía, no exenta de las debilidades y las dudas que toda persona tiene que vencer ante las dificultades, es un poderoso motivo para dejarse seducir por este western. Además, la película está llena de toques humorísticos que sirven para relajar una atmósfera llena de tensión. Muy recomendable.

martes, 21 de febrero de 2012

Le Quattro Volte

Michelangelo Frammartino, 2010.


Esta película, que ha gozado de bastante éxito en distintos festivales por los que ha paseado su poética rústica, registra la vida en un pueblo donde no pasan grandes cosas. Un pastor moribundo cuida de sus cabras, un gran árbol es cortado y luego utilizado para las fiestas del pueblo y su madera es quemada posteriormente en hornos. No hay más, no es una película narrativa, es más bien contemplativa, sin diálogos, todo ocurre ante nosotros con una asombrosa naturalidad, a pesar de que su director asegura que por detrás había un guión y una cuidada planificación. En su concepción de la película pretendía mostrar una realidad más completa de la que se suele presentar en otras películas, donde el centro de todo suele ser el hombre. El ser humano y sus problemas. Su intención era romper con ese prejuicio antropocéntrico que se ha instalado en el cine convencional para enseñarnos una realidad en la que nosotros, los animales, los vegetales y los minerales, formamos parte de un conjunto en equilibrio. Todo ocurre de manera cíclica, la vida se repite y se recicla, la energía se transforma. Y dentro de este proceso misterioso e insondable, hay lugar para la magia, para el asombro de ver cómo la vida fluye ante nuestros ojos de una manera repetitiva, pero al mismo tiempo única. 

Nadie dice que sea una película divertida, al menos en los cánones del entretenimiento convencional. Pero lo cierto es que atrapa en sus imágenes, como puede atraparnos la visión de un paisaje o una hormiga cargando una miga de pan. Muchos dirán que para ver una película así, mejor salir de casa y pasearse por el campo, meditar, conectar con la naturaleza. Totalmente de acuerdo, pero tampoco es tan duro dejarse llevar desde el cómodo salón de tu casa, permitir que otra persona nos acompañe por lo que él ha experimentado, por su visión.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Moneyball

Bennett Miller, 2011.

Aaron Sorkin, guionista de la serie de televisión The West Wing y de la destacable Facebook (David Fincher, 2010), utiliza de nuevo su visturí para escudriñar los entresijos del capitalismo, centrándose en esta ocasión en el mundo del béisbol americano que le sirve de excusa para realizar su diagnóstico. Una historia con trasfondo deportivo, pero sin apenas secuencias deportivas. 

Con lo que nos vamos a encontrar es con discusiones en vestuarios cochambrosos, reuniones de hombres de negocios que despliegan toda su malicia para conseguir sus objetivos y peleas estratégicas en despachos y en salas situadas en los subsuelos del estadio donde se juegan los partidos. Ahí es donde Sorkin despliega su oficio y nos apabulla con su profundo conocimiento de los engranajes del sistema que analiza. Eso sí, en esta ocasión no llega a la mordacidad y el ingenio conseguidos en el guión de Facebook. Para alguien que no conoce la jerigonza del béisbol, como es mi caso, puede haber ocasiones en que se pierda entre tanto base y pitch, pero la idea esencial es muy simple. El capitalismo es un sistema basado en el poder del dinero. Injusto porque pone difícil el éxito para quienes no poseen los recursos necesarios para competir con los que sí los tienen. Pero a partir de esa premisa, Sorkin se propone desmitificar ciertos lugares comunes y mostrarnos la existencia de atajos que conducen al éxito. Nos muestra que esos caminos están escondidos, pero que con audacia se pueden encontrar. También que la creatividad es un arma poderosa, más si va acompañada de una buena dosis de fortuna. 

El director deportivo de un club mediano de béisbol, una antigua promesa nunca cumplida del deporte, llamada Billy Beane e interpretada por Brad Pitt, se enfrenta a una nueva temporada con la pérdida de sus más importantes jugadores que se han marchado ante la llamada del dinero, ofrecido por otros clubes más fuertes. Para reemplazarlos necesita una fuerte inversión que los dueños del club no están dispuestos a realizar. Ante eso, Billy Beane tira de ingenio e intenta encontrar la manera de construir un equipo ganador. En su camino se cruza un estudiante de económicas cuyas ideas sobre el deporte, basadas en cálculos estadísticos, seducen al director. Usando dichos cálculos contratan a jugadores, que a pesar de sus buenos registros, están devaluados y tienen una ficha de saldo. El equipo despega después de unos inicios desastrosos y consigue un récord en victorias. 

A la película le falta un punto de fuerza dramática, pero resulta interesante la reflexión que realiza sobre el sueño americano. El sistema está montado de una manera tramposa y el éxito parece reservado para los que tienen buenas cartas. Sin embargo, todavía es posible subvertir las reglas establecidas para sobresalir, a pesar de que ya no es suficiente con el esfuerzo y la ilusión.

viernes, 10 de febrero de 2012

Drive

Nicolas Winding Refn, 2011.

Al igual que pasaba en su película anterior, la también reseñada en este blog Valhalla Rising (2009), en Drive el protagonista es un (anti)héroe taciturno, de pocas palabras, violento, pero capaz de sacrificar su propia vida para proteger a seres indefensos. En aquella, el guerrero de un solo ojo protegía a un muchacho, en ésta el protagonista lucha por una mujer y su hijo pequeño. Con una puesta en escena original y atractiva, y una estupenda banda sonora, el director danés nos cuenta la historia de un especialista de cine que además de rodar escenas de acción con coches, trabaja en un taller y, ocasionalmente, acepta encargos de conductor para sacar a delincuentes y mafiosos de la escena del crimen. Al intentar ayudar al marido ex convicto de su vecina, con la que ha establecido una relación sentimental, se ve inmerso en un asunto feo con la mafia. 

Nicolas utiliza los códigos del género con gran soltura y sabe llevarlo a su terreno para construir una obra personal. Su protagonista vuelve a ser un joven solitario e introvertido, cuyo comportamiento, en los márgenes de la sociedad, es éticamente dudoso, pero, al mismo tiempo, loable, al ponerse del lado de los débiles. Su aparente frialdad y tranquilidad contrastan con las explosiones de violencia sanguinaria que no es capaz de controlar y que son al mismo tiempo, su salvación inmediata y su condena futura. La cazadora que lleva con un escorpión bordado en la espalda marca el destino trágico que le espera. El mismo que el de la fábula del escorpión y la rana, mencionada por uno de los personajes. Y es que el director parece convencido de la cita de Heráclito, "el carácter es el destino".  

sábado, 4 de febrero de 2012

Melancholia y sus referencias

En la película de Von Trier hay varias referencias pictóricas del Romanticismo. Entre ellas está la obra de John Everett Millais, Ofelia.



Para ver la reseña de la película, ir a

viernes, 3 de febrero de 2012

La Piel Que Habito

Pedro Almodóvar, 2011.

Almodóvar cada vez está más lejos de la calle y más cerca del cine. Lo cual no implica necesariamente una crítica negativa a sus últimas películas, pero sí que constata que la frescura y el humor desacomplejado de sus primeras obras han ido dando lugar a una madurez autoconsciente, a un estilo reconocible pero que ha cambiado de registro, se ha vuelto más tenebroso, más pesimista, y, quizás, más melancólico. El cine ya no funciona para él como vehículo para mostrar la realidad desde un prisma paródico, sino que se deja llevar por su encantamiento, por su historia y por las películas que le han marcado. Y en su cóctel hay géneros que van desde el drama romántico hasta el terror psicológico pasando por el thriller fantástico. Sus referencias son múltiples, pero las más reconocibles son Les yeux sans visage (Georges Franju, 1960) o el David Cronenberg de Dead Ringers (Inseparables, 1988) o incluso The Fly (La mosca, 1986). Con un guión complejo, barroco en sus rizos imposibles, el director manchego se adentra en una historia turbia, inverosímil, que juega con la suspensión de la credibilidad del espectador hasta el límite. Nadie como él sería capaz de conducirnos por ese laberinto fílmico sin que en ningún momento nos cuestionemos lo que vemos. Como si de un encantador de serpientes se tratase, nos dejamos embaucar y seducir por sus imágenes. 

La historia es un tanto rocambolesca, pero voy a intentar resumirla. Un médico cirujano, interpretado por un contenido Antonio Banderas, intenta curar a su mujer de las quemaduras que sufre después de tener un accidente de coche con su amante, que es el hijo de la mujer que sirve en su casa. Cuando ya parece que está fuera de peligro, su convaleciente mujer se suicida, acto que presencia la hija. Unos años después un chico intenta violar a la hija, traumatizada desde el suicidio de su madre y con problemas psicológicos. La adolescente se suicida también. El padre cirujano se toma la venganza por su mano. Secuestra al culpable y lo somete a una serie de experimentos médicos y operaciones que cambian su sexo y todo su cuerpo, hasta convertirlo en una persona diferente, papel interpretado por una soberbia Elena Anaya, con el aspecto de su mujer muerta. Entretanto el médico se enamora de su creación y surge una ambigua relación que terminará en tragedia. A pesar de que, como vemos, estamos en un terreno resbaladizo, Almodóvar sale airoso y construye una obra subyugante que toca temas como la identidad, la carne, la pasión y la locura. Pero sobretodo demuestra su profundo amor, casi obsesión, por el cine. Y eso se contagia.