miércoles, 15 de febrero de 2012

Moneyball

Bennett Miller, 2011.

Aaron Sorkin, guionista de la serie de televisión The West Wing y de la destacable Facebook (David Fincher, 2010), utiliza de nuevo su visturí para escudriñar los entresijos del capitalismo, centrándose en esta ocasión en el mundo del béisbol americano que le sirve de excusa para realizar su diagnóstico. Una historia con trasfondo deportivo, pero sin apenas secuencias deportivas. 

Con lo que nos vamos a encontrar es con discusiones en vestuarios cochambrosos, reuniones de hombres de negocios que despliegan toda su malicia para conseguir sus objetivos y peleas estratégicas en despachos y en salas situadas en los subsuelos del estadio donde se juegan los partidos. Ahí es donde Sorkin despliega su oficio y nos apabulla con su profundo conocimiento de los engranajes del sistema que analiza. Eso sí, en esta ocasión no llega a la mordacidad y el ingenio conseguidos en el guión de Facebook. Para alguien que no conoce la jerigonza del béisbol, como es mi caso, puede haber ocasiones en que se pierda entre tanto base y pitch, pero la idea esencial es muy simple. El capitalismo es un sistema basado en el poder del dinero. Injusto porque pone difícil el éxito para quienes no poseen los recursos necesarios para competir con los que sí los tienen. Pero a partir de esa premisa, Sorkin se propone desmitificar ciertos lugares comunes y mostrarnos la existencia de atajos que conducen al éxito. Nos muestra que esos caminos están escondidos, pero que con audacia se pueden encontrar. También que la creatividad es un arma poderosa, más si va acompañada de una buena dosis de fortuna. 

El director deportivo de un club mediano de béisbol, una antigua promesa nunca cumplida del deporte, llamada Billy Beane e interpretada por Brad Pitt, se enfrenta a una nueva temporada con la pérdida de sus más importantes jugadores que se han marchado ante la llamada del dinero, ofrecido por otros clubes más fuertes. Para reemplazarlos necesita una fuerte inversión que los dueños del club no están dispuestos a realizar. Ante eso, Billy Beane tira de ingenio e intenta encontrar la manera de construir un equipo ganador. En su camino se cruza un estudiante de económicas cuyas ideas sobre el deporte, basadas en cálculos estadísticos, seducen al director. Usando dichos cálculos contratan a jugadores, que a pesar de sus buenos registros, están devaluados y tienen una ficha de saldo. El equipo despega después de unos inicios desastrosos y consigue un récord en victorias. 

A la película le falta un punto de fuerza dramática, pero resulta interesante la reflexión que realiza sobre el sueño americano. El sistema está montado de una manera tramposa y el éxito parece reservado para los que tienen buenas cartas. Sin embargo, todavía es posible subvertir las reglas establecidas para sobresalir, a pesar de que ya no es suficiente con el esfuerzo y la ilusión.

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