lunes, 27 de septiembre de 2010

The Girlfriend Experience


Steven Soderbergh, 2008.
Crítica social que refleja la crisis económica y de valores en la que nos encontramos. La protagonista es una chica escort de lujo que ofrece algo más que sexo. Lo que vende, a un precio sólo apto para ciertos bolsillos, es la experiencia de estar con una novia atenta y complaciente, y esto, amigos, no es fácil de encontrar. La chica se muestra cariñosa y aguanta las peroratas y las lamentaciones de unos personajes agobiados por la crisis. El director aprovecha así la oportunidad para reflexionar sobre la decadencia de un sistema que se hunde bajo unos cimientos basados en la codicia y la ambición desmedida. También la protagonista forma parte de ese mundo en el que el dinero es un rodillo que todo lo pisa, donde el mercado marca los movimientos de los personajes y el lujo es símbolo de éxito y único dios al que reverenciar. La comercialización de lo más íntimo de ella misma la convierte en un objeto frío, una belleza que se viste con prendas caras pero que se vacía de toda verdad. A pesar de que tiene un novio, no es capaz de relacionarse de una manera sincera y el individualismo prima sobre el compromiso. Esto queda patente cuando uno de los clientes le ofrece a la chica pasar un fin de semana romántico y decide abandonar a su pareja aduciendo que tiene que intentarlo. Una de las razones es que ha leído en un libro sobre personalidad que tiene compatibilidad con ese cliente. La fragilidad del compromiso se rompe con facilidad ante cualquier circunstancia, el individualismo egoísta se impone sobre cualquier otro valor. Pero el cliente no se presenta a la cita y la chica se queda náufraga en su soledad. El estilo que utiliza el director es frío y las imágnes son metálicas y muestra con sobriedad un mundo de apariencia, pero profundamente vacío. La narración se rompe continuamente, el tiempo no es cronológico y los personajes surgen desenfocados sobre fondos nítidos dando la sensación de la disolución de los contornos humanos de los personajes. La sensación de desorientación y de desagrado que nos embargan reflejan a la perfección el estado de ánimo de una sociedad sin rumbo.

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