martes, 4 de septiembre de 2012

No habrá paz para los malvados

Enrique Urbizu, 2011.



El thriller español es un producto que ha obtenido resultados muy diversos. Son muchas las películas que han intentado hacer una traslación directa del modelo americano, perdiendo en la comparación, ya que los recursos de uno y otro son muy distintos. Además el intento de repetir ciertos patrones hollywoodenses hacen que las películas patrias pierdan en credibilidad y frescura. Sin embargo, hay honrosas excepciones, y esta película es una de ellas. 

Enrique Urbizu ya demostró en La caja 507 (2002) que podía dotar al thriller de una inconfundible personalidad, desarrollando una historia sobre la corrupción urbanística que era muy pertinente. Con No Habrá Paz ha logrado alcanzar una mayor madurez estilística, consiguiendo un equilibrio muy meritorio entre lo que es una historia de terrorismo y tráfico de drogas y, por otro lado, una narrativa comedida, que evita los diálogos explicativos para dejar que las imágenes y, sobre todo, las acciones de sus personajes nos arrastren hasta el desenlace de una manera cautivadora. Este estilo engañosamente lánguido y taciturno recuerda al utilizado por los hermanos Coen en No Es País Para Viejos (No Country For Old Men, 2007). El protagonista principal, un elaborado y asombroso personaje lleno de sombras, el policía Santos Trinidad, interpretado por un magnífico José Coronado, se mueve como un fantasma a través de los bajos fondos buscando a un testigo de un asesinato que él mismo ha cometido en un prostíbulo. Igual que ocurría con el Anton Chigurh (Javier Bardem) de No es País Para Viejos, Santos es un ser mitológico, un anti-héroe castizo, lleno de vicios, pero al mismo tiempo con poderes sobrehumanos, que lo sabe todo y lo puede todo. 

A pesar de que no es una película perfecta, su peculiaridad estriba en usar una narrativa esquiva, que no enseña todas sus cartas, y que deja a un lado las evidencias para centrarse en los movimientos del personaje principal, uno de los más interesantes que ha dado el thriller español de los últimos tiempos. Y eso dentro del panorama charlatán y condescendiente de la industria convencional patria ya es mucho.

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