miércoles, 28 de septiembre de 2011

Chinatown

Roman Polanski, 1974.



Polanski es un maestro creando atmósferas oprimentes. Sus personajes se ven envueltos en historias turbias donde el mal parece inundarlo todo. En esta película nos encontramos con una truculenta trama en la que cabe la corrupción, el incesto y el asesinato.  

El detective Gittes, interpretado por un contenido Jack Nicholson, es contratado por la que se presenta como la señora Mullray, y que poco después se descubre como farsante, para investigar si su marido la está engañando con otra mujer. Gittes se verá dentro de un intrincado caso relacionado con la gestión del agua en la ciudad de Los Angeles. 

El guión está construido con sumo cuidado para que todas las piezas encajen y los interrogantes se van despejando paulatinamente, de una manera estudiada para mantener el interés. La película transgrede la convención de que el cine negro debe estar rodado en escenarios lúgubres y donde la penumbra lo domine todo. En este caso, las sombras son reemplazadas por los paisajes luminosos de una California polvorienta y sedienta. El aparente academicismo es roto también por algunas escenas brutales como el impactante momento en el que Polanski, actuando como mafioso, corta la nariz del detective. Sin embargo, la historia se ve lastrada por un guión demasiado artificial, en el que todo está muy medido, donde los personajes se ven obligados a explicarse continuamente para que el espectador no se pierda y la trama avance. Las costuras del traje quedan a la vista, aunque eso no quita para que disfrutemos con el sombrío juego que se nos plantea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario