miércoles, 7 de diciembre de 2011

A Dangerous Method

David Cronenberg, 2011.

Duro trabajo hubiera tenido Freud psicoanalizando la mente perturbada de Cronenberg. Sus obsesiones, motor de un cine complejo y rico en detalles escondidos del alma humana, han encontrado en esta película una expresión histórica y filosófica, alejándose del marco fantástico y violento que siempre había canalizado su imaginación. La búsqueda de la propia identidad, las perversiones sexuales como origen de neurosis y al mismo tiempo como liberación, o el uso de las drogas como forma de exhumar pulsiones enterradas son un catálogo temático que se amolda a la perfección con los estudios que se iniciaron con Freud. 



La historia, que abarca algo más de una década, desde 1902, nos relata los inicios del psicoanálisis y el método terapéutico. Carl Jung, médico psiquiatra, seguidor y amigo de Freud, interpretado por Michael Fassbender, omnipresente en la cartelera últimamente, acoge como paciente a una desequilibrada judía, Sabina Spielrein, interpretada a su vez por una asombrosa y desatada Keira Knightley. Sabina sufre un trastorno causado por un desarrollo sexual anormal que la lleva a tener tendencias sadomasoquistas. Debido a un proceso común que se produce entre paciente y terapeuta, llamado transferencia, la joven se enamora de Jung, que en esos momentos vive una crisis con su mujer y que se ve tentado a la infidelidad como expresión de rebeldía. Jung reprime este impulso hasta que, influido por Otto Gross, psicoanalista adicto y paciente suyo temporalmente, uno de los personajes más impactantes del último cine contemporáneo, acaba dando rienda suelta a sus instintos más primarios e inicia una aventura con Sabina. 

Esta relación extramatrimonial y con toques sados, arrastrará a Jung al descrédito social y profesional, y, lo más doloroso para él, a su definitiva ruptura y enemistad con Freud. Jung es un personaje lleno de aristas y contradicciones. A pesar de defender que no todos los problemas psicológicos están causados por problemas sexuales, su vida se convierte en un perfecto ejemplo de lo contrario. Sus creencias místicas y sus supersticiones lo convierten en un personaje vulnerable, más cercano que el de Freud, dibujado de una pieza, quizás excesivamente pulcro. Es extraño que Cronenberg no haya aprovechado más algunos aspectos controvertidos de la personalidad de Freud, como la defensa que hizo durante una época del uso de la cocaína, de la que él mismo abusó. Quizás se haya ceñido a un guión, cuyo autor escribió también la obra de teatro en la que está basado, más contenido de lo que se podría esperar del director canadiense. 

La película, de una profundidad abismal, es rica en referencias a conceptos complejos relacionados con las investigaciones y descubrimientos de Freud, tales como la transferencia, la fase anal, el complejo de Edipo o la interpretación de los sueños. Estas ideas filosóficas fluyen en una historia estimulante que además muestra con sutileza y una cierta nostalgia el fin de una época y el preludio de unos tiempos oscuros para Europa. Cine con mayúsculas.

2 comentarios:

  1. MMmm... no sé... creo que si no estás puesto un poco en Freud y Jung se te pude hacer pesadita. No digo que no se entienda, pero si tienes algo más de info previa te puede hacer verla con mejores ojos.

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  2. Sí, está claro que conviene saber un poco de Freud. Un poco de Wikipedia y ya jaja...
    De todas formas, hay mucho cine que toca temas freudianos. Sin ir más lejos, léete la reseña de El Resplandor...

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