sábado, 17 de diciembre de 2011

Jodaeiye Nader az Simin

Asghar Farhadi, 2011.


Lo cotidiano puede ser más emocionante que un atraco a un banco. En esta película, llena de tensión y con un guión repleto de giros y estructurado milimétricamente, la acción surge de la lucha de un padre por mantener el equilibrio en una familia desestructurada. Enmarcada en un Irán cercano, a pie de calle, lejos de la imagen violenta y desoladora que tenemos en Occidente, la historia comienza en los juzgados donde una mujer presenta una petición de divorcio ante la negativa de su marido de acompañarla en su viaje fuera del país. 

El juez acepta la petición, pero otorga la custodia de la hija al padre que a partir de entonces tendrá que arreglárselas para llevar a su hija adolescente al colegio, buscar una asistenta para su padre que sufre alzheimer y, al mismo tiempo, trabajar duro para ganarse la vida. Sin embargo, un accidente desafortunado desata una serie de acontecimientos que ponen en riesgo la libertad del patriarca. 

El director iraní construye una fábula moral, asentada sobre bases cotidianas, donde los personajes se enfrentan al dilema de tener que mentir, o al menos, de esconder parte de la verdad, para poder seguir adelante. Nadie tiene la razón absoluta, pero todos tienen parte de culpa en la situación en la que se ven inmersos. La cuestión es si tenían otra opción o, se han visto abocados implacablemente a un triste destino.

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