martes, 5 de abril de 2011

Singularidades De Uma Rapariga Loura

Manoel de Oliveira, 2009.

Oliveira es un director portugués con más de cien años. Y sigue haciendo cine. Su estilo pausado y reflexivo le permite detenerse en aquello que le interesa, el ser humano. En esta película nos relata la historia de un amor a primera vista y, al mismo tiempo y aunque sea paradójico, ciego. Una sola imagen basta para que un joven se enamore perdidamente. Una chica rubia apoyada en el alféizar de su ventana agita seductoramente un abanico chino.  El joven, que trabaja en el despacho de la empresa de su tío, idealiza tanto al objeto amado que pasa por alto algunos defectillos de la chica. Su tío le cuenta que la angelical rubia ha robado en su tienda y que no le permitirá que se case con ella. En su romántica obsesión rompe los lazos con su tío para aclarar el camino hacia su amada. Sin embargo, quiere labrarse un futuro profesional para poder ofrecer a la rubia un matrimonio desahogado y acepta un trabajo en Costa Verde. Marca el ritmo de su vida en función de una imagen idealizada para luego darse de bruces con una realidad tozuda. Y es que la chica es cleptómana. 

Oliveira nos sumerge en el mundo de la burguesía lisboeta con un estilo refinado y un tanto teatral. Aspecto este que provoca en el espectador una sensación de extrañamiento acentuada por una visión quizás caduca del amor. No deja de ser una película interesante, aunque me gustó más Belle Toujours (Oliveira, 2006), que retomaba, veinte años después, la relación de la pareja protagonista del film del magistral Luis Buñuel. Olivera sigue haciendo cine con pasión y con un insobornable estilo personal.

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