martes, 21 de junio de 2011

The New World

Terrence Malick, 2005.

Malick es un artista particular. El director, ganador de la Palma de Oro de Cannes por su última película The Tree of Life, no concede entrevistas y apenas hay imágenes de él. Es de los que se toma su tiempo cada vez que emprende un proyecto, aunque últimamente parece que le han entrado las prisas y ya tiene otra película casi terminada (The Burial). Sus obras son pausadas y poéticas, sus imágenes buscan la trascendencia y sus preocupaciones son metafísicas. Aún así, su cine tiene suficientes elementos para poder ser disfrutado por un público amplio. En The Thin Red Line (1998) entregó una soberbia película bélica enmarcada en la batalla de Guadalcanal durante la Segunda Guerra Mundial. 

Su siguiente obra, The New World, nos traslada al siglo XVII para contarnos la historia de Pocahontas y el capitán Smith. Esta base argumental, que en otras manos puede dar lugar a un producto convencional e incluso empalagoso, sirve de pretexto para que Malick reflexione sobre uno de sus temas favoritos, la pérdida de la inocencia del hombre, alienado por una civilización que prioriza por encima de todo el desarrollo materialista frente a otros valores más humanistas. Como contrapartida a una civilización desarrollada y corrupta, la de los primeros colonizadores británicos, nos muestra un poblado de indígenas que mantienen su esencia más primitiva, en estrecha relación con la naturaleza y viviendo sin elementos perturbadores como el dinero, el poder o la tecnología. Las imágenes del director exaltan este modo limpio y pleno de vida, donde no existen palabras como envidia o codicia. Este paraíso es representado con toda la fuerza expresiva del director americano, célebre por su cuidado exquisito a la hora de escoger los planos, siempre de una belleza deslumbrante. Y en este escenario idílico, lleno de imágenes poéticas, es donde nace la pasión entre los dos protagonistas. La expulsión del paraíso llega en forma de guerra, inevitable cuando los sórdidos colonizadores muestran sus intenciones de quedarse. 

Pocos directores son capaces de sugerir tanto con sus imágenes como Malick, llegar a tocar lo inaprensible, acercarnos a lo espiritual. Quizás Tarkovsky, aunque resulta menos accesible. Algunos se aburrirán con su ritmo lento y su narrativa diluida, otros dirán que es magistral. Mi opinión es que merece la pena dejarse llevar. 

2 comentarios:

  1. Muchas gracias por tus comentarios de cine, son de gran ayuda a la hora de escoger una película!

    ResponderEliminar
  2. Me alegro de que te sirva.
    No dudes en decirme qué te parece la película cuando la veas...

    ResponderEliminar