jueves, 14 de octubre de 2010

The Killer Inside Me

Michael Winterbottom, 2010.



Tengo curiosidad por saber cuándo y cómo se estrenará en España esta película tan incómoda. Eso si se estrena, claro. Ya ha levantado bastante polémica en los lugares en los que se ha proyectado por su violencia explícita, cruda. El director, autor de Wonderland o 24 Hour Party People, ya experimentó con los límites de la representación (de la sexualidad) con 9 Songs. En esta ocasión lo hace con los límites de la violencia. El hecho de que el director se ensañe en esta película principalmente con las mujeres ha provocado que se le haya tildado de misógino, a lo que él ha contestado que todo estaba en la novela original de Jim Thompson. Sin embargo, es inevitable no preguntarse sobre la necesidad de llegar tan lejos. Aquí la violencia no es espectáculo, sino algo incómodo de ver, impactante y desagradable. Y eso, según su director, es más ético que mostrarla edulcoradamente como espectáculo o divertimento. A esta discusión añadimos componentes de sadomasoquismo y violaciones a menores (tratados de refilón), lo que hace un cóctel de difícil ingesta y cuyas imágenes perduran como una mala resaca. Pero estos debates no son nuevos y tampoco dejarán de producirse por mucho que evolucionen los tiempos. Ahí está la polémica producida por la película A Serbian Film, incluida en la programación del festival de Sitges de este año. Y hay otros muchos ejemplos de películas que en el pasado se consideraron "abyectas" (por utilizar el mismo término que se ha usado en un debate televisivo sobre la película antes mencionada) y que actualmente son respetadas e incluso veneradas. Dejando esto a un lado, la historia de la película en cuestión tiene bastantes problemas que provocan una sensación de inverosimilitud. Y es que aunque el guión está muy medido y las piezas se van colocando con cuidado para conducirnos a través de los distintos asesinatos de un policía perturbado, lo cierto es que todo queda montado sin solidez, como un castillo de naipes que puede caerse ante cualquier pequeña brisa. En un pequeño pueblo de los Estados Unidos más conservadores el hijo del que fuera el médico es un ayudante del sherif, llamado Lou, respetado y querido. Tal y como dice el propio Lou en voice-over, el problema de estos pueblos es que todos creen conocerte. Pero bajo la apariencia de un educado y dulce servidor de la ley se esconde un asesino en serie de mente fría y calculadora. Su primer asesinato es doble, una prostituta y el hijo del empresario más poderoso del pueblo, que está enamorado de ésta. La secuencia del asesinato de la prostituta, que por otro lado está también liada con Lou, es brutal. El director alarga esos momentos hasta que las imágenes casi no se pueden soportar. Lou pretende hacer creer que los dos se matan en una pelea. Sin embargo, parece que cualquier investigación medianamente profesional debería sacar conclusiones sobre la involucración del ayudante del sheriff. Bien, puede que el sheriff confíe ciegamente en su ayudante, pero el fiscal que viene de fuera tiene sospechas fundadas que deberían llevar a la detención inmediata del asesino. Pero se culpa del doble asesinato, de una manera un tanto injustificada, a un muchacho, al que también matará Lou cuando lo visita a la celda. Pero, ¿nadie oye ni sospecha nada? Seguimos. El asesino sigue suelto. Todavía le da tiempo de matar a dos personas más. En cuanto al final, no lo voy a desvelar, pero es absolutamente imposible a no ser que los protagonistas no tengan olfato o sean estúpidos. La película pretende dar una vuelta de tuerca al género del cine negro y del thriller de psicópata asesino, pero no acaba de resultar convincente. El protagonista, como el de Henry, retrato de un asesino, es despiadado y frío. Pero la profundidad psicológica que se le pretende otorgar no acaba de cuajar. Y en general el espectador acaba distanciándose de la historia, sobre todo a causa de unas secuencias de una violencia tan extrema que es difícil no ponerse en guardia, rechazar lo que estamos viendo. Y la construcción de la trama tampoco ayuda a engancharnos.

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