martes, 1 de marzo de 2011

Winter's Bone

Debra Granik, 2010.

Por fin, una película seleccionada en Sundance, y triunfadora en el festival de los envoltorios, que me parece interesante. Por lo menos es sincera y busca su propio espacio dentro de un género tan trillado como el thriller, consiguiendo captar nuestra atención y arrastrarnos a su mundo. 

Ree, una adolescente cuya madre sufre una extraña demencia causada por una depresión, tiene que resposabilizarse de sus hermanos pequeños ya que tampoco su padre, un traficante de drogas desaparecido, se hace cargo. Viven en una especie de cabaña en los páramos de algún lugar olvidado de Estados Unidos. Aunque es una casa pobre, es el único techo que tienen y, cuando les amenazan con quitársela como pago por la fianza del padre, Ree se embarca en una búsqueda que empieza por ser la del padre desaparecido y termina por convertirse en una búsqueda de su cadáver. 



Aunque comparte algunos puntos con otra película actual como es True Grit, en esta el tema central o la motivación de la protagonista no es la venganza, sino la supervivencia propia y de la familia. La originalidad de esta historia está en que nos muestra una realidad muchas veces escondida o filtrada por los medios, la pobreza extrema dentro de una superpotencia como es Estados Unidos. La familia de Ree vive de la caridad de sus vecinos y de la caza furtiva. Las imágenes de los chicos despellejando una ardilla, que acaban de cazar, muestran la otra cara de un sistema que no tiene sitio para los marginados. La fuerza y la dureza  de estos jóvenes surge del hambre, de su situación desesperada y sólo así se puede entender el periplo terrible que tiene que emprender Ree. 

La mirada de la directora y coguionista de esta dura película muestra una sensibilidad fuera de lo normal, que convierten esta cinta de género en algo más profundo. Secuencias como la de la entrevista de la chica con un reclutador del ejército son un buen ejemplo. O ese momento lleno de ternura y fragilidad en el que una amiga de Ree y sus hermanos le curan las heridas producidas por una paliza. La actuación de la joven Jennnifer Lawrence es contenida y serena y no es de extrañar que estuviera nominada a los oscar. 

La familia desmembrada como origen de traumas y problemas, pero al mismo tiempo como único refugio que hay que defender a toda costa, parece ser un tema recurrente en el cine contemporáneo americano. Bienvenido sea, siempre que sea buen cine.

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