martes, 15 de marzo de 2011

How Green Was My Valley

John Ford, 1941.

Citizen Kane (Orson Welles, 1941) está considerada por muchos críticos y cineastas como la mejor película de la historia del cine. Pues bien, esta de John Ford le arrebató el oscar a la mejor película y al mejor director en 1941. Y Orson Welles no debía de estar en desacuerdo cuando afirmaba que sus tres directores de cine favoritos eran John Ford, John Ford y John Ford. 

Con más de un centenar de películas a sus espaldas el genial director americano dejó un buen puñado de obras maestras que fueron y siguen siendo referencia para muchos cineastas. Aunque se contradecía en las pocas entrevistas que concedía, en una de ellas, hecha por Bertrand Tavernier, afirmó que sus películas más hermosas no eran westerns, sino pequeñas historias sin grandes estrellas sobre comunidades de gente muy sencilla. Y esta es una de ellas. 

Ford tenía una serie de temas que le interesaban y que siempre trataba de una manera u otra en sus películas. La familia como gran baluarte de la civilización, la pérdida de costumbres y rituales que forman parte de un pasado fecundo en valores y principios, la confrontación entre culturas y modos de vida durante momentos de la historia en los que se están produciendo cambios sociales importantes.




Aquí nos encontramos en un pueblo de Irlanda en el que la pujante industria minera está transformando el paisaje y las relaciones dentro de una comunidad que hasta entonces había vivido en armonía. La familia Morgan se verá golpeada por los cambios que se producen y aparecerán fisuras en su seno. Al mismo tiempo, una serie de desgracias pondrán en valor un pasado que no volverá. La mezcla de momentos cómicos con otros trágicos en una composición sutil y realista es marca de la casa. Ford defiende la familia como el núcleo fundamental de la comunidad y defiende los valores tradicionales como germen de un futuro mejor. Cuando, en otra entrevista, le preguntaron por qué la familia era un tema tan importante en su filmografía, él contestó: "Usted tiene madre, ¿no?" Y ciertamente la forma con la que retrata la figura de la madre demuestra un respeto y un cariño inmensos. Lo sorprendente es cómo el director consigue evitar el sentimentalismo barato y se aleja de posiciones conservadoras mostrando una realidad llena de matices, con personajes sencillos pero de gran profundidad. Por otro lado, también se tratan temas políticos como la explotación industrial, los excesos de los sindicatos y las crisis laborales. Si a eso añadimos una magnífica fotografía en blanco y negro y una composición del plano inigualable, pues entonces estamos ante un clásico al que siempre se podrá volver.

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