jueves, 24 de marzo de 2011

The Grapes of Wrath

John Ford, 1941.


Me ha dado por John Ford. Es una de mis asignaturas pendientes y he empezado por sus primeras obras de madurez, las de finales de los treinta, principios de los cuarenta. Y esta es una de las grandes, por la que ganó uno de los cuatro oscar como mejor director que consiguió a lo largo de su prolífica carrera.

El retrato que hace de una familia de Oklahoma durante la crisis económica que golpeó a Estados Unidos en los años treinta entra de lleno en la esfera de los intereses de Ford. La familia queda ensalzada como el único salvavidas en situaciones límite. De su capacidad para mantenerse unida depende su supervivencia. Si en el libro de John Steinbeck los personajes se ven abocados a la miseria más absoluta tanto física como moralmente, en la película de Ford son revestidos de una dignidad que los convierte en héroes. Su lucha diaria por conseguir un jornal para poder comer va acompañada por otra más trascendente que incluye la búsqueda del hogar perdido, dentro de una comunidad donde se trate a la gente con dignidad y justicia, y la defensa de los valores tradicionales americanos. Eso les trae una serie de problemas, principalmente al protagonista interpretado por un contenido Henry Fonda, que no admite los abusos de los que intentan aprovecharse de las necesidades de los campesinos. Es en esta lucha junto a los suyos donde la película adquiere tintes épicos. 

Hay secuencias que nos llegan con una dolorosa y amenazante resonancia. Las crisis no son tan distintas, la humanidad sigue cayendo en los mismos errores.

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