miércoles, 2 de mayo de 2012

The Ides of March

George Clooney, 2011.

George Clooney es un actor irrepetible, capaz de modular con gran sutilidad los registros tragicómicos de sus personajes. Como director ha realizado algunas películas dignas, pero que no pasarán a la historia. Su compromiso político le ha llevado a rodar la sobrevalorada Buenas noches, y buena suerte (Good Night, and Good Luck, 2005), soporífera visión en blanco y negro de los negros años de Joseph McCarthy y su Comisión de Actividades Antiamericanas. En esta película vuelve a la carga para mostrar la hipocresía y el cinismo que acompañan a la política actual. Abrumados y desencantados como estamos los ciudadanos ante lo que leemos en los periódicos, Clooney lo tiene difícil para asombrarnos con su visión ácida, pero algo simplona, sobre los resortes del poder y la política. 

El director de comunicaciones, Stephen, del equipo que acompaña al gobernador Morris, interpretado por el propio Clooney, en su carrera por ser elegido candidato para las presidenciales, se verá ante la disyuntiva de ser fiel a sus ideales democráticos y actuar en consecuencia, o bien, tragarse sus escrúpulos y jugar fuerte para escalar posiciones dentro de la estructura política. Morris reclama de su equipo la máxima fidelidad y cuando Stephen se entrevista con el director de campaña del otro candidato, no duda en echarlo del equipo. Pero el gobernador se ha metido en un lío de faldas que ha acabado muy mal y Stephen está al tanto. A partir de ahí, Clooney reflexiona sobre las tensiones y los conflictos que se producen en la lucha por el poder, y cómo éste tiene poco que ver con valores como la integridad, la piedad o la justicia. La fidelidad se convierte así en la única virtud valorada. Pero lo cierto es que da la impresión de que el director se queda corto en su radiografía de los entresijos políticos y el espectador asiente pero no queda satisfecho al completo.

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