sábado, 29 de enero de 2011

Pa Negre

Agustí Villaronga, 2010. 

Agustí Villaronga adapta una novela de Emili Teixidor, enmarcada en la comarca de Vic durante los años de la posguerra. El inicio de la película es uno de los más impactantes del último cine español. Un encapuchado asesina a un campesino que viaja por el bosque con un carro tirado por un caballo. Dentro del carro va su hijo, y el asesino, al meter el cadáver dentro, no se percata de la presencia del niño. Cuando tira el carro por un barranco el niño está dentro todavía y se despeña. La crudeza con la que el director mallorquín filma esta secuencia es estremecedora, de una violencia que resulta tan cercana como horrible. 

Este hecho, junto con una castración que ocurre unos años antes, son determinantes para el devenir de los acontecimientos posteriores, sirviendo también como metáfora de la gran tragedia que es la guerra civil. Pero al director no le interesa tanto la reconstrucción histórica como el impacto moral y emocional que tiene en los personajes un contexto tan devastador como el de la posguerra. La película no cae en el maniqueísmo fácil y muestra una sociedad rural que, lejos de convicciones políticas, se preocupa por su propia supervivencia. 


Este drama habla de la humillación de los perdedores y de la renuncia a los ideales como única salida para la supervivencia propia y de la familia. El gusto por el cine de género del director se vislumbra con algunos elementos del fantástico, del terror, o del negro, todo introducido de manera sutil en un puzzle de una profundidad psicológica sorprendente cuyas piezas se van descubriendo con el ritmo de un thriller. El género fantástico se desliza dentro de la historia a través de la presencia, imaginada o sugerida, de los fantasmas, o de personajes que actúan como si fueran ángeles. Esta mezcla del fantástico en un contexto de posguerra es la única similitud con la película El laberinto del Fauno (Guillermo del Toro, 2006). 

Agustí, que nunca ha pasado por una escuela de cine, demuestra una maestría indiscutible en la dirección de actores en una película que pivota en los personajes, en las emociones encontradas dentro de un ambiente de opresión y pobreza. Los rostros de los actores se filman con delicadeza y capturan la tensión contenida en ellos, dejando patente la importancia concedida a la corrientes emocionales que fluyen dentro de unos personjes con aristas, con una complejidad articulada sobre un pasado desolador.

El punto de vista narrativo se centra en un personaje infantil, Andreu, que es tratado con valentía, huyendo de los tópicos que dotan a los niños de una bondad ingenua indeferente al entorno. Aquí nos encontramos con personajes infantiles retratados con dureza, que se debaten entre la crueldad instintiva y la compasión por los demás. Andreu, interpretado por un sorprendente Francesc Colomer, busca con insistencia la verdad. Un entorno turbio va mermando su inocencia hasta transformar al chico en un monstruo. El maestro de la escuela es un perdedor alcohólico y pederasta. Su madre cede ante los envites del alcalde bajo su mirada curiosa. Su padre es puesto en cuestión por la dolorida viuda del campesino asesinado. La fuerte corriente de la abyección arrastra a Andreu hacia la pérdida de la inocencia y, quizás, de unos ideales y principios que no ha tenido tiempo de construir, por mucho que su padre se los haya querido inculcar. 


Esa pérdida de la inocencia y la consiguiente ruptura con los lazos familiares, quedan magníficamente mostrados en la secuencia en la que Andreu mata los pájaros de su padre. Este momento catártico recuerda a otra película, Petit Indi (Marc Recha, 2009), en la que el adolescente protagonista ejerce también una violencia inusitada sobre un pequeño zorro que había cuidado hasta entonces junto con unos pájaros. Aquí, es el niño el que mata a los pájaros, de ahí el intertítulo de la película, Retrat d'un assassí d'ocells, que además es otro libro de Teixidor  del que también bebe la película. 

Andreu decide aceptar una oferta de adopción por parte de una familia pudiente del bando de los vencedores. Una decisión brutal, que significa el rechazo a sus orígenes humildes para abrazar una nueva vida, un cambio de clase social, y también de bando, del de los vencidos al de los vencedores. Como el actor dijo en rueda de prensa: "Mejor ser rico que pobre". 

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